Cómo aflojar tuercas y tornillos agarrotados, oxidados o pegados

Uno de los grandes enemigos de los ferreteros es la oxidación, un proceso natural que se produce por la interacción del oxígeno con los componentes de elementos como tornillos o arandelas. Una vez la oxidación ha hecho mella en ellos, estos objetos son dificilísimos de cambiar de posición. Incluso cuesta moverlos lo más mínimo cuando el proceso de oxidación está muy avanzado.

En este artículo vamos a hablar de cómo cambiar de posición un tornillo, una tuerca o cualquier elemento similar que haya sido víctima del proceso oxidativo, así como qué hay que hacer en caso de que se hayan quedado pegados y nada haya funcionado para moverlos lo más mínimo. En definitiva, vamos a hablar de cómo hay que aflojar las tuercas y los tornillos agarrotados, oxidados o pegados de una estructura y qué precauciones hay que tomar para que su extracción sea segura.

Qué hay que hacer ante un tornillo oxidado que no se mueve

Nada hay que se pueda hacer para evitar la oxidación de los elementos metálicos. Y es que la oxidación es una reacción química que tiene lugar cuando el oxígeno, la humedad y las partículas metálicas se combinan. La reacción química que se produce cuando esto sucede, de un color oscuro parecido al café, es fruto de lo que se conoce como proceso de oxidación, que consume el metal y acaba por perforarlo con el tiempo, comprometiendo la integridad de toda la estructura. Es lo que comúnmente se conoce como corrosión.

La corrosión es lo que hace que poco a poco que el tornillo se pegue a la rosca y resulte imposible de quitar. Pero forzar la pieza para retirarla no es en absoluto buena idea, pues podrías provocar una rotura en la misma y, en según qué circunstancias, comprometer la estabilidad de la estructura.

Lo primero que hay que hacer para retirar un tornillo oxidado es aplicar un aceite o lubricante especial para este tipo de objetos, y dejarlo actuar tras haberlo depositado alrededor de la cabeza. Si todo va bien, a los pocos minutos el aceite habrá empezado a penetrar, permitiendo que el tornillo pueda ser girado de manera segura y sin que se hayan producido roturas.

Ten en cuenta que el proceso de oxidación y corrosión causa un endurecimiento de la superficie y una mayor sequedad de todas las partes de la estructura que puede revertirse aplicando aceite. Sin embargo, esta dureza no es sinónimo de resistencia, sino de fragilidad: cualquier objeto en el que la corrosión haya echo mella tiene más probabilidades de fragmentarse cuando se aplique algún tipo de fuerza sobre el mismo.

Si el tornillo no está demasiado pegado ni deteriorado, se pueden dar pequeños golpes en la zona de la cabeza para acelerar la penetración del aceite, haciendo que pueda extraerse antes. Pero siempre con mucha cautela para que no se resquebraje; si esto sucediera, es posible que después no hubiese forma de mover el tornillo.

Cómo aplicar y de qué manera actúa el lubricante en un tornillo oxidado

Los aceites y lubricantes que se aplican a los objetos oxidados que se quieren extraer están pensados para penetrar en las superficies metálicas corroídas. Para maximizar el efecto de estos productos, lo ideal es que se dejen actuar varios minutos y, si el tornillo o el objeto a tratar presenta la resistencia suficiente y no tiene la superficie perforada, se apliquen pequeños golpes para que el aceite penetre más deprisa. Pero las prisas no suelen ser buenas consejeras, por lo que se aconseja dejarlo actuar y tratar de ir probando al cabo de un corto periodo de tiempo.

Dejar este tiempo prudencial es importante para que el aceite se esparza por los poros de la pieza. Si fuese posible, lo ideal sería mover la estructura que tuviese el tornillo oxidado en todos los sentidos (de arriba abajo, de derecha a izquierda y voltearlo constantemente) para que el aceite alcance todos los poros del tornillo. Lo mismo sucede si estamos hablando de una tuerca, una arandela o una pieza similar.

Para las zonas de difícil acceso, una buena idea es utilizar un pequeño pincel para aplicar aceite por las esquinas y las zonas donde la corrosión tiene un mayor efecto, y permitir que penetre. Esto facilitará el cambio de posición del tornillo al aplicar cierta presión con un destornillador o unos alicates.

Y es que, además de limpiar y lubricar las piezas oxidadas, los aceites especiales poseen inhibidores de corrosión, capaces de proteger contra la humedad para evitar que se desencadene un proceso oxidativo. Por eso estos productos son también unos potentes agentes preventivos, pudiendo minimizar las posibilidades de que se desencadene este proceso.

Los aceites y lubricantes poseen de media un 98% de material activo, haciendo que la evaporación del producto sea mínima. Esto facilita la obtención de un mayor índice de eficacia, evitando que los agentes activos desaparezcan tras la aplicación y haciendo que el producto sea más duradero.

Precauciones a la hora de extraer un tornillo oxidado

A pesar de que la oxidación produce una inherente pérdida de resistencia de toda pieza expuesta a la corrosión, eso no significa que retirarlas sea más fácil ni que haya que ir más desprotegido a la hora de intentarlo. De hecho, no es así.

Una pieza oxidada es más débil por los efectos de la oxidación, pero la corrosión es la responsable de endurecer partes de su estructura que pueden provocar arañazos o cortes al manipularlos. De hecho, al producirse estas se corre el riesgo de contraer la enfermedad del tétanos por entrar en contacto con la bacteria Clostridium Tetani, una bacteria productora de toxinas presente en la tierra y en las heces de los animales, que puede permanecer aletargada por un largo periodo de tiempo hasta que encuentre un medio en el que desarrollarse. La bacteria puede causar espasmos, daños en tejidos sanos del cuerpo y puede ser potencialmente mortal. Por fortuna, existe vacuna desde hace varias décadas y se administra de manera obligatoria en los colegios y los centros de salud.

Otros daños personales pueden ser causados en caso de producirse roturas en tornillos y otras partes de la estructura expuestas a la corrosión, así como daños estructurales que puedan suponer un peligro potencial para personas próximas a la zona afectada, por lo que conviene siempre extremar las precauciones a la hora de tratar de manipular un objeto oxidado sin que se produzcan daños.

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